La remoción de los controles fronterizos terrestres entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte fue un elemento crucial del Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Este cambio transformó la frontera de 499 km, que durante décadas había sido fuertemente vigilada y militarizada, en una de las más abiertas del mundo:

  • Se eliminaron los puestos de control, torres de vigilancia y barreras físicas que habían caracterizado la frontera durante los «Troubles»1.
  • La libre circulación de personas y bienes entre las dos Irlandas se convirtió en una realidad, fomentando el comercio y las relaciones sociales transfronterizas2.
  • El Área de Viaje Común entre Reino Unido e Irlanda, que existía desde 1923, se fortaleció, permitiendo a los ciudadanos de ambos países viajar libremente sin necesidad de pasaporte3.

Sin embargo, el Brexit ha planteado nuevos desafíos para mantener esta frontera abierta. El Protocolo de Irlanda del Norte, parte del acuerdo de retirada del Reino Unido de la UE, busca evitar una frontera dura en la isla mientras protege el mercado único europeo